Pascua y Divina Misericordia – "un rayo de esperanza que nos llama a cada uno de nosotros"

¡Feliz Pascua! Ha resucitado. Ha resucitado. Jesús está vivo.

En el Evangelio de Juan para el Domingo de Pascua, escuchamos esta hermosa experiencia de María Magdalena. Entra, se da cuenta de que el sepulcro está vacío y llama a Pedro y al Amado Juan. Ellos no pueden contenerse; se apresuran a confirmar la buena noticia. Habiendo llegado a una comprensión más profunda ahora que Jesús ha resucitado, vieron y creyeron. (Juan 20:1-9)

El tiempo de Pascua es para nosotros un tiempo para reconocer la resurrección de Cristo hace 2.000 años y para reconocer que hoy está vivo en nuestros corazones y vivo en su pueblo – presente en nuestros sacramentos, verdaderamente entre nosotros. Es un buen momento para reflexionar sobre estas cuestiones: ¿Cómo se te ha revelado Jesús resucitado? ¿Qué signos has visto en tu vida de que Jesús realmente resucito y está vivo?

Aunque ya lo hayas hecho muchas veces, la Pascua es el momento de entregarse a ese amor de Jesús diciendo “Jesús, ven a mi corazón, muéstrame tu vida y tu amor resucitados. Déjame rendirme a ti para que pueda ser tu discípulo, compartiendo tu amor en el mundo."

Una forma de compartir ese amor con los demás es proclamar la Misericordia de Jesús, especialmente este Domingo de la Divina Misericordia (también conocido como el Segundo Domingo de Pascua). Hacer saber a los demás que Jesús trae amor y perdón y que éste es el momento de acudir al Señor para recibir su misericordia.

Este fin de semana tengo el privilegio de presidir una boda en la que los novios quieren que todos los invitados escuchen ese mensaje de misericordia. De hecho, para su Misa nupcial eligieron el pasaje evangélico del Hijo pródigo, que en realidad trata del Padre misericordioso (Lucas 15, 11-32).  Según me contaron, este pasaje "refleja el viaje de la persona humana como creada, caída y redimida (a través del perdón y la sanación). La vemos como una invitación de la misericordia de Dios para todos. La misericordia es un faro de esperanza que nos llama a cada uno de nosotros, en cada momento, y que se nos da gratuitamente, ¡si sólo elegimos recibirla!".

Agradece al Señor su misericordia y no te apartes nunca de la mirada amorosa de Jesús. Que el Señor te bendiga con un hermoso tiempo pascual en el que reflexiones sobre su presencia, renueves tu aceptación de Jesús y compartas su amor con los demás.

Tu siervo,
Reverendísimo Robert J. McClory

Obispo

Diócesis de Gary